Porque te juro que sueño contigo joven encantada, ven conmigo mi niña adorada hazme oír dulce voz
quiero agradecerte, me regalas calma vuelas y comprendes el cosmos infinito sueltas desde el cielo pétalos de amor siento que me haces tu calma y tu abrigo y siendo tu amigo quiero huir con vos.
Oh baby.... Me llevas en las brumas apacibles del blues descentrado mi órbita en la seráfica agonía de tu alma. Voy hacia el misterio de tu música, clavando mi mente en tu entera demencia.
Las notas me muestran sus caras espantadas y yo bailo de tu mano, descalza y herida. Olvidando las fatales desdichas y la ira sintiendo en tu música la bestial criatura del sonido que se sucede lentamente en su metamorfosis.
Gritamos a la par que nos aventamos al vacío, sintiendo en el aire la delicia del calor y el frío, la música nos suspende con sus arrebatos y delirios y desterramos con voces de burbujas, el silencio maldito.
Solo estamos tú y yo.... despedazando los cristales del olvido, vistiendo las hojas del sueño con la música, sepultadas en los confines arácnidos del blues.
Oh baby... Y somos como dos princesas de la noche, sintiéndonos libres a través de la música, felices de morir en el sonido, donde no existe noción alguna del olvido.
Huella 10-09-2013
¡Gracias Mafiqui por ponerle voz a este poema, lo llevaré impregnado de colores por siempre en mi alma!
Hubo oscuridad bajo el Cielo Durante una hora. La oscuridad que conocemos Nos fue otorgada como una gracia. El sol y el mediodía y las estrellas se ocultaron, Dios abandonó su Trono, Cuando Helen vino hacia mí, lo hizo, ¡Helen en soledad!
Lado a lado (porque el destino Nos condenó desde el nacimiento) Arribamos a las puertas del Limbo Y miramos hacia la tierra. Mano sobre mano en medio De un espanto que el sueño no conoce, Helen corrió junto a mi, lo hizo, ¡Helen en soledad!
Cuando el Horror que pasa Se lanzó a nuestra caza, Cada uno se apoyó en el otro, Y encontramos fortaleza en el otro. En los dientes de las Cosas Prohibidas Y la Razón derrocada, Helen se paró junto a mi, lo hizo, ¡Helen en soledad!
Cuando, por fin, oímos aquellos fuegos, Quebrados y muriendo lejos, Cuando, por fin, nuestro deseo encadenado Nos arrastró hacia el día; Cuando, por fin, nuestras almas se libraron De lo que nos había revelado la Noche, Helen pasó junto a mí, lo hizo, ¡Helen en soledad!
Déjala ir y encontrar a su amado, Así como yo he de buscar a mi novia, Sin conocer la Nada detrás del Limbo Ni a quienes son encerrados dentro. Hay un conocimiento prohibido por Dios, Más de lo que podemos soportar, Entonces Helen se alejó de mí, lo hizo, ¡Oh, mi alma se alegró de ello! ¡Helen en soledad!
Este mundo de enfrente se encarama donde puede y es tuyo sin saberlo, a tu vida traiciona sin buscarlo y no tienes la culpa.
En el pasado fuiste feliz con la tranquilidad de aquellos sueños, todas las promesas: habitaba en tu mente un bosque inmenso y siempre te asombrabas con el murmullo de las caracolas. Te sentías seguro en sus manos, protegido por la mirada noble y bondadosa del padre. Detrás de su existencia sólo había una debilidad única: tú.
Nunca más brillarán los ojos como entonces, víctima de una infancia demasiado perfecta.
Hoy la playa se desnuda y me hablan las olas, levantan el vuelo las gaviotas atrayéndome sus gritos aquellos que cruzan el aire hasta mis oídos.
Me atrapan los sonidos de ese mar que tanto quiero mientras siento que mi cuerpo queda enredado en ellos.
La piel es mudo testigo y silencioso es el beso, aquel que se dibuja desde mis labios a los tuyos, el mismo que recorre el perfil de nuestros cuerpos, embriagados ambos por el placer exquisito, del sentir único e inexplicable de un amor eterno.
Compartiendo esa luz que de ti emana, que me llena, estremece e invade mi cuerpo por completo.
Y en esos espacios tan profundos de nuestro ser, sentiremos la furia de las olas, su embate que bravío y salvaje será el más sublime acto de amor, en medio de una tormenta que se enfurece por momentos, elevando la pasión hasta iluminar de luz la oscura noche.
Mientras tanto, la luna observará curiosa ese amor que se desborda bajo el manto de nubes que protegen nuestro país de los deseos escondidos. Ambos, formaremos burbujas invisibles e indivisibles, dejándonos vivir en un tácito acuerdo.
Por ahora, el reloj del tiempo continuará su camino, y, en medio de esta realidad, Viviremos con nuestras propias ausencias.
"Las burbujas de un adiós se elevan al infinito, e intentaremos evitar que mueran en su vacío"
Quiero con mis sentidos descubrirte. Mirarte, para aprender las múltiples formas que componen tu cuerpo. Besar tu boca para saborearte. Quedarme en silencio, apoyada en tu pecho, para sentir la música de tu corazón. Acariciarte, para que mis dedos descubran la textura de tu piel. Aspirar lento, para llenar mis pulmones de ese perfume tan tuyo. Quiero sentirte, quiero descubrirte, quiero grabarte en mi mente, para así tenerte siempre conmigo, estés donde estés y aún cuando ya no estés.
Temprano el durazno del árbol cayó Su piel era rosa dorada del sol Y al verse en la suerte de todo frutal A la orilla de un río su fe lo hizo llegar Dicen que en este valle Los duraznos son de los duendes
Pasó cierto tiempo en el mismo lugar Hasta que un buen día se puso a escuchar Una melodía muy triste del sur Que así le lloraba desde su interior:
"Quién canta es tu carozo Pues tu cuerpo al fin tiene un alma
Y si tu ser estalla Será tu corazón el que sangre
Y la canción que escuchas Tu cuerpo abrirá con el alba"
La brisa de enero a la orilla llegó La noche del tiempo sus horas cumplió Y al llegar el alba el carozo cantó Partiendo al durazno que al río cayó Y el durazno partido Ya sangrando está bajo el agua.
Autor: Luis Alberto Spinetta Voz, guitarra y efectos: Huella
Estamos tan intoxicados uno del otro Que de improviso podríamos naufragar, Este paraíso incomparable Podría convertirse en terrible afección. Todo se ha aproximado al crimen Dios nos ha de perdonar A pesar de la paciencia infinita Los caminos prohibidos se han cruzado. Llevamos el paraíso como una cadena bendita Miramos en él, como en un aljibe insondable, Más profundo que los libros admirables Que surgen de pronto y lo contienen todo.
Sigo escribiendo, poniendo palabras en el papel, en las hojas de mi cuaderno rojo. Palabras que se acomodan en los renglones y cuentan cosas, expresando sentimientos cuento mi historia, pequeñas muestras de mi vida, lo que veo, lo que siento.
Y mi mente trabaja, buscando dar forma a las oraciones, tratando de encontrar las palabras justas para formarlas, buscando la mejor expresión para que se entienda.
Mi corazón desparrama sus sentimientos, los malos y los buenos, los que me llenaron y llenan, los que en algún momento me dejaron un vacio irremediable, todos ellos son los que expreso.
Y seguiré, llenando de letras bailarinas mi cuaderno, formando con ellas palabras, palabras simples que en simples frases puedan narrar todo esto que viví y sentí, todo esto que vivo y siento y seguramente todo lo que viviré y sentiré.
No sé si alguna vez llegará más allá, no sé si serán leídos por muchos más de los que ahora los leen, yo solamente sé que las palabras salen de mi y solas se acomodan en este cuaderno llenando poco a poco sus hojas.
Aprendo a concederme la hermosura del aire entre lo humano. Las páginas oscuras del secreto rosal adelantan los labios. Entiende amor, que llamarán a tu puerta de muy lejos,
En alas del aire llamarán y conjurando Esos amargos ataúdes, silenciarán tu soledad de cáñamo dormido. Yacerás entre malezas contrarias a la vida. Estarás desnudo, perseguido por tus propias palabras.
Ellas, sabrán cómo habitar la cercanía del mundo. Alcanzarán la estirpe perdida para siempre, Asomarán los muros, y en el contacto, Silábicas palomas dominarán los cielos consonánticos, cautivando la espina de los rosales trágicos .
Saldrás de todo esto, y cuando mire, será para desearte entre mis labios: Que tengas un buen viaje, un hermoso regreso tras tus pasos.
Y entonces, -ya ves cómo no tiemblo-, para amarte habrá que ir descalzando algún poema.
Cuando el alma sea tan sólo tiempo que recorre fragmentos de la sangre, alejados arroyos en balcones de pájaro, En el oído de todos girarán planetas y blancos desolados.
Golpea el mar y rompe las maderas encarnadas como en delgadas muertes. Y sobre el cauce oculto -como un lento navío- va ese pulso de sangre entrecortado.
Permitidme caer bajo la mica de sus labios, lentitud de brillantes que adelantan la palabra a la ceguera.
Tras la erosión de la mirada sólo encuentro sus labios -ese destino-, Y la palabra cae con brusquedad de muerte sobre las últimas criaturas pensativas del mundo.
Se suponía que serían mi apoyo, mi compañía, que compartirían mis tristezas y alegrías, que cuando los necesitara allí estarían, se suponía, se suponía, se suponía.
Pero no, todo quedó en suposición. Un día, en medio de la tormenta se alejaron, me dejaron sostenida en una endeble tabla y partieron para no volver.
Yo pensé que volverían, que algo les había pasado y que luego de pensarlo regresarían y estarían aquí y todos los días yo suponía, pero no, la suposición no se asemeja a la realidad.
Y aquí estoy, sigo de pie, con mi vida y ya no presumo nada, ahora camino mirando hacia adelante.
Ya está, ya fue, todo lo que debían hacer no lo hicieron. Pero hay alguien superior que en el medio de la tormenta y la inundación coloca más tablas y troncos, algunos conocidos, otros nuevos, algunos más lejanos y otros más cercanos y yo me aferré a cada una de ellos y ahora floto tranquila.
Descubrí que lo que simplemente hay que hacer es vivir, solamente vivir minuto a minuto sin suponer que alguien hará algo que debería hacer, porque como dice la canción "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" y yo de ahora en más, para bien o para mal me dejo sorprender cada día.
Óleo de Albert Anker Jamás quise una letra sólo para mí. Quiero un bello poema para todos. Que el canto tuyo y mío sea para todos. Y que en nuestra canción riamos juntos todos; lloremos juntos todos; gritemos juntos todos. Que se abra a nuestra voz el oxidado, enmohecido cerrojo y brote la verdad que aprisionamos todos. Que irrumpa la verdad, aunque lastime al arrancar la venda, nuestros ojos; aunque destroce a su paso los labios temblorosos. Que viva libremente. Que por fin aliviemos nuestros hombros. Juntos. Todos. Llorar. Reír. Gritar nuestra verdad todos. Como lloran y ríen. Como gritan los niños, los borrachos, los poetas y los locos. Gladys Carmagnola (poetisa paraguaya)
No sé qué hacer con este sentimiento, el solo pensarte hace temblar cada milímetro de mi cuerpo. Te pienso y te siento tan cerca de mí, tan pegado a mí,aun cuando mi cabeza sabe que estas muy lejos. Tu simple hola en las mañanas es suficiente para hacer mi día mejor. El saber que estas ahí conectado del otro lado es mi más dulce compañía en mis solitarios momentos. Y me imagino que estas acá, sentado junto a mi y ese es mi más grato sueño. Si yo tuviera una mínima posibilidad, si pudiera pedir un deseo, sería el de pasar un momento, uno solo a tu lado para así poder quedar impregnada de vos y tenerte más completo en mi y de esa manera dejarte tatuado en todo mi cuerpo. Imagino ese momento y mi deseo es infinito si tan solo se me pudiera cumplir ese sueño sé que sería la mujer más feliz. Y me duele la situación en la que estoy, el no poder expresar abiertamente lo que siento, el no poder hacer que sepan que soy feliz cada vez que te veo. La vida caprichosamente nos juega malas pasadas y yo quizás en otro momento la habría dejado pasar pero algo en vos me hace no poder pensar y me lleva a solamente a sentir y sentirte de esta grata forma en que te siento. Solamente, sé ahora que te quiero y no quiero dejarte y no quiero perderte y quiero guardar todo este sentimiento en el silencio de mi corazón, en las imaginarias caricias que le das a mi cuerpo.
La noche esconde espuelas, atesora secretos para el viajero que se aventura a solas hacia rutas insomnes; cuando el sueño se acuesta a la deriva y una embriaguez antigua vuelve a cercar los ojos -caballos que se despeñan cada noche y luego recobran vida para volver a suicidarse- .
Alta bóveda abierta sobre la cicatriz que deja el golpear de los cuerpos remotos y el galopar penúltimo pradera adentro, semejante al ruido aquel de las puertas abatidas contra el otoño.
Y preguntar a dónde van cada día sus ojos aún calientes, el alucinado mirar de los adioses si desde algún lugar suplicando su gemido inaudible.
Por la grieta del aire -cerradura del mundo donde la muerte acecha apostada en el umbral del sueño útil- el galopar de los caballos que van a despeñarse y caen desfiladero abajo, arrastran la impotencia, la ingravidez de mis muslos apretados.
Por el alma se adensan los recuerdos en ámbar, la resina que desprenden pesadillas de entonces, sólidas como la sangre del cristo crucificado donde se clavaban mis ojos de niña al salir de la siesta; gigantescos helechos golpeándome el rostro mientras mis manos temblorosas apartaban las nubes para encontrar el mundo que nunca estaba al otro lado de la niebla.
Detrás vendrá el abismo con su imán desatado, presiento en el galope su voz más poderosa: la palabra embrujada, las palabras rotundas y el galopar constante en los cristales, su galopar constante...
Luego el vacío, el cenit.
Por la órbita de los caballos muertos un sopor sin escrúpulos me conduce hasta el alba.
Me gusta apoyar mi cabeza en tu pecho y sentir tu corazón latiendo allí adentro. Me gusta como tus brazos rodean mi cuerpo. Me gusta como tu mano acaricia mi espalda y como tu mano juega con mi cabello. Me gusta sentir tu tibia respiración rozando mi frente. Me gusta con mis manos recorrerte. Me gusta cerrar mis ojos y con mis dedos reconocer tu rostro. Me gusta pegarme a tu cuerpo y sentir tu calor en mi piel. Me gusta colocar mi pierna entre tus piernas. Me gusta, me gusta, cuando estamos los dos, abrazados, simplemente abandonados al tiempo.