miércoles, 31 de octubre de 2012

Nacimiento

         Óleo de Marcela García
  
A mi amigo de polvos de luna
Un día más en el viaje de la vida...

Y debo decirte que puedes vivir sin mirar lo pasado atrás,
uniendo tus pensamientos a la armonía de la tierra.
Ella te abrazará siempre con su aroma de madre,
revitalizará para ti los días que nunca dejarán de comenzar.

Y eres tan azul como el cielo que se derrama en los ojos,
tan como ese viento indomable que nunca encuentra un lugar.
Eres como la luz rebelde e incandescente de la luna,
que a pesar de estar tan distante confronta la total oscuridad.

La tierra reclamó  que formaras parte de ella,
y una vital esencia cubrió con calor tu entera humanidad.
Eres tan perfecto en el diseño que te construye,
que solo por el hecho de sentirte,
sé que en ti  habita una absoluta paz.

Y quisiera ofrendarte la fragancia virginal del amor,
guardar para ti los susurros lejanos de una líquido sueño.
escuchar callada tu corazón, cada latido que te hace presencia,
un ser tan único en este planeta maternal.

Huella, Daily Jara
31-10-2012


viernes, 26 de octubre de 2012

Conexión


   «Dos almas en el cielo», óleo de Raquel Sueldo

Todo es tan lejano y etéreo...

Veo un largo camino que acaba
en los horizontes de la nada.
Una cruel distancia, que inhóspita
desgarra sus oscuras realidades humanas.

Pero aún, ajeno está en mí la oscuridad de una memoria,
porque siento en mi pecho el latir de tus sueños,
esa armonía silenciosa del amor,
tan desnuda a través de en las palabras.
Vital esencia de un contacto nunca humano,
inocente sentimiento, en dos cuerpos amarrados.

Y te guardaré en mí por siempre,
seré el suspiro que acompase tu necesidad de amar,
el impulso musical y poético que te lleve simplemente a olvidar. 

Y estaremos por siempre tan unidos,
seremos como una cadencia en medio de un eterno silencio,
viajando como dos cometas
en la vastedad de su universo...

Huella, Daily Jara©
23-10-2012


 

viernes, 19 de octubre de 2012

Angélica

  "Niña con bicicleta y sombrilla" , óleo de Sandra Suarez

Se levantó como todos los días.
Se vistió, tomó su desayuno y emprendió el viaje hacia su trabajo.
Lo esperaba un nuevo día de tediosa rutina.
Era verano, el clima agobiante afuera. Durante la noche había llovido y ahora el sol implacable levantaba todo el vapor de los charcos tocados por sus rayos.
La gente caminaba apresurada, todos con caras que en nada reflejaban alegría.
La ciudad despertaba, los vehículos aumentaban en cantidad y todo eso lo agobiaba aún más.
Llego a su oficina, revisó una montaña de papeles, acomodó carpetas, atendió llamadas. Eso era lo que hacía día tras día.
En un momento giró la vista sin mirar y sus ojos se toparon con un marco, en el la foto de una niña le sonreía.
Lo tomó, observó detenidamente el retrato, lo acarició con la punta de su dedo y se le dibujó una tierna sonrisa, seguida por una lágrima que brotó de sus ojos y se deslizó suave por su rostro.
Recordó todos esos momentos vividos.
Sus juegos en la plaza, los paseos, los cuentos que le contaba antes de ir a dormir.
Todos se agolparon en su mente queriendo salir.
Recordó el momento exacto en que la perdió.
Ella en su bicicleta rosa, su cabello negro y lacio, su jardinero a cuadros, le sonreía y lo llamaba.
- ¡Papá, papá, puedo andar sola en bicicleta!
- ¡Te veo hija, te veo! – contestaba él mientras ambos se regalaban la más tierna de las miradas.
Maldijo en voz alta el momento en que le regaló la bicicleta, el momento en que la llevó a la plaza para que aprendiera a usarla, el momento en que se distrajo y todo ocurrió.
Sus lágrimas ahora corrían de prisa por su rostro, su corazón volvió a partirse en mil pedazos.
Sintió que la oficina se achicaba hasta aplastarlo, sensación de asfixia, tengo que salir de acá, se dijo.
Tomó apresurado su saco, abrazó el portarretratos y partió.
Caminó sin ver, sin saber pero sabiendo a donde iba.
Caminó sin cansarse, no sentía sus piernas, tropezaba con la gente y seguía.
Llegó al lugar, nunca había podido ir allí, ni siquiera sabía el lugar exacto en el que estaba, pero sintió como una mano suavemente lo empujaba.
Se detuvo.
Como si hubiese sido un designio dado por los padres leyó el nombre grabado en la piedra, Angélica.
Se arrodilló. Las únicas palabras que pudo pronunciar fueron – perdón hija, perdón por no haberte cuidado como debía.
Sintió una suave caricia en su cabeza.
- Papá, no fue tu culpa – escucho clara la voz de su hija.
- ¡Hija, Angélica!, ¿Dónde estás? – sobresaltado preguntó.
- Papá, aunque no me veas yo siempre estaré con vos, estoy en tu corazón.
- Hija, ¡te quiero!.
- ¡Yo también papá!, y estoy, estoy acá y en todos los lugares que estés por siempre.


De Buena fibra©

 

Sueños


                "Secreta mujer", óleo de Yolanda Chiarenza

Es que no comprendo al Dios del lado de las sombras
ilumina demasiado...
eso derrite mis ojeras.

Ella era tan libre aún en el viento,
y en cada partícula de lo no etéreo.

Retornaba de todas sus glorias y sus infiernos,
con marcas de lágrimas tatuadas en su alma.
Es siempre así... tan mente
como un mundo modificado en cada resurrección de un sol, luna...

Y me carcome las entrañas del pensamiento,
como un corazón latiendo finales,
orgásmica claridad que enferma de luz mi oscuridad maldita.

Y la aspiro...

Como una línea blanca sin final.
Nunca me contesta...
qué importa...
cuando pasa todo mi mundo se detiene. 


Q_Q


Sintiempo©

 

Sueños


     "Tiempo de ternura", Óleo de Rafael Torres

Eran voces que gritaban desesperadas como una noche que no quiere morir.
Almas firmes castigadas por la infinita guerra del ser contra el ser.

Nada es así simple,  ni los castillos que quieren bañar atmósferas,
y colgar sus árboles en las nubes.

Me derrumbo...
Ya quedan pocas células de vida en mis recuerdos.
Ha pasado ya demasiado tiempo,
 que estás en el limbo de los no vivos.

Un día más en mi castigo,
muecas sorbiendo desesperanza, no comprendo....
No entiendo, lo libre es tan “fragilidad”.

Desorbitada la voz, profana gritos desesperados,
Sí llovía sangre de la tierra al cielo...
Y ya tardaste mucho en regresar de tu muerte,
se plaga la lejanía de huesos asfixiando las noches, los días...

Pero como una sombra eterna, maldita...
me resigno a vivir de tu ternura,
aún en mi tormento de odios y rencores.

Vivo sumergido bajo el manto viejo de concreto,
tu mirada y la mía.
como un milagro que se arraiga en las cosas destructivas.

Eras tan “música” que me estremecía...
pero las palabras ya son sobras con cara de silencio.
Y te detenías a limpiarme el alma con tus ojos tristes,
tan placentera tu boca, sin brillo.

Tan bestiales tus manos llenas de grietas de sobrevivencia,
pero el azul del cielo ya es cadáver, lentamente ...
 y se extingue como el viento...

El olvido está cada vez más cerca de la eternidad,
y ya no tengo a quien odiar....
Ya no hay guerras que luchar,
ya solo me quedas tú para asesinarte con mi amor. 


Sintiempo
©

Q_Q


Apego


                          Óleo de Raúl Tamarit

Amigo, eres tan real y te quiero....
es imposible no sentir el latir de tu frágil corazón. 
Es una maldición hermosa que reposa en mi alma, 
y derrama innumerables pétalos violetas sobre mi piel tan agria.  

Mi mente ansía ensombrecer tu recuerdo…
pero todo es tan imposible, porque más a ti me aferro. 
Tu contacto…la límpida humanidad que humedece tus palabras,
Es como escarcha de sal para mi insipidez amarga. 

Estas tan ausente en el vacío de una memoria física,
sin embargo, no necesito verte para saber que sientes.  
Basta con atrapar el suspiro que mueve tus dudas, 
y suplicar al espíritu que devuelve tu calma.  

Todo en nosotros es tan simplemente puro y eterno,
Y siento tu presencia tan ajena a sus miedos.
He dilucidado la tibia esencia que mueve tus sueños,
me he sentenciado dulcemente a estar perdida en ellos. 

Huella, Daily Jara©
19-10-2012

jueves, 18 de octubre de 2012

Lucidez de la nostalgia

      "En el espejo", óleo de Pedro Texeira

Hace tiempo que he dejado de sentirme viva,
tantos miedos de  resignación triste duermen en mi piel,
las realidades ensombrecen  y se distorsionan en mi mente
derramando su oscuridad en la zona de la nostalgia,
allí donde el peligro de los limites se derrocha,
y se derrocha en lluvias de lágrimas. 

A veces ya no me siento mujer...

Simplemente porque esa blanca idealidad de sueños,
existe solo en las mentes puras y santas.
La perfección habita en las almas incorruptibles
guardadas en los lugares celestiales,
y yo al final soy tan oscura y frágil...

Pero  tú me haces sentir completa,
despiertas dentro de mi corazón
la sensación violeta del alma enamorada,
tan llena de polvos traslúcidos  y esperanzas.

Y te cuido...

Te aferro a mí con la fuerza de las palabras,
y no quiero perderte...
la sensación del olvido duele y es innecesaria,
mejor recoger tu corazón tan quebradizo con ternura,
uniendo tu desnuda esencia de alma pura a mi alma.  

Huella, Daily Jara©
10-10-2012


        

Presencia


     "En mis pensamientos", óleo de Pedro Texeira

Te siento...
Quisiera huir por momentos de ti,
perderme solamente en la profundidad de tu vacío
a través de las palabras, pero todo es  tan inútil.  

Tu espíritu converge exactamente con el mío,
toma forma incorpórea y me acaricia.
Me deja suspiros  asfixiados en el pecho,
voces prohibidas,  pero tan dulces y hermosas
 que musitan en el aire. 

Y quiero más de ti...

Más de tu etérea tersura embriagadora,
de tus sueños azules empapados de luna.
Y eres tan inocente, y no lo sabes,
tan frágil  y quebradizo como el que pido un abrazo
y al contacto agoniza.

Huella, Daily Jara©
10-10-2012

miércoles, 10 de octubre de 2012

Alma del bosque

             Liruela: Óleo «Amanecer en el bosque»

Caminando, en un camino de tierra, sin sentido ni rumbo fijo, sin tiempo, sin saber si era real o imaginario, zigzagueando por un bosque oscuro. Grandes árboles alrededor, la luz apenas podía traspasar sus copas y se metía con sacrificio entre las hojas. Era difícil poder orientarse en el lugar, simplemente quedaba seguir el camino marcado y andar.
El aire se sentía pesado, olor a tristeza y humedad, las hojas y ramas crujían con los pasos y junto al sonido del viento en las copas eran los únicos que se podían escuchar.
Sombras negras en un paisaje negro, no se podía encontrar allí una salida, todo era bosque y al caminar hacia su corazón todo se volvía mas lúgubre, el aire era irrespirable, en su mismo centro.
Sentada en ese suelo húmedo,  alfombrado de hojas y musgos, apoyada en un tronco áspero que se hacía sentir en  la espalda, una figura allí estaba, los ojos cerrados, no se sabía si durmiendo o pensando. Una figura negra que se confundía con las sombras del bosque.
A lo lejos, una pequeña luz, muy despacio se acercaba, una luz blanca y brillante y a su paso el paisaje cambiaba.
Poco a poco, y a medida que avanzaba,  la luz tomaba forma humana.
Una figura blanca a la figura negra lentamente se acerca. Extiende su mano y acaricia apenas rozando su cabeza.
La figura negra, ahora despierta,  se incorpora y ambos se funden en un abrazo que a todo el bosque transforma, la luz ahora es plena, se siente como si arriba se hubiese disipado una gran tormenta.
El bosque escuro cambia totalmente, el aire ahora es puro, los rayos de sol pasan libres entre  las copas y con las hojas juegan, el suelo se transforma en una verde alfombra y los pájaros tranquilos vuelven a los nidos.
La paz, la calma, el color y todo lo bello a ese oscuro bosque regresan de la mano de una caricia que simplemente rozó una cabeza,  como un pequeño toque al alma de ese bosque tan negro.

Buena Fibra©


 

martes, 9 de octubre de 2012

Alucines

             «Ojos azules», óleo de Pablo Jurado

Tersura tu piel...
tal clara oscuridad contradictoria
 la razón de la memoria.

Y el corazón pausado…
tan en lo inerte...
en un hueco dentro del círculo endiamantado.


En tu alma tan divinamente simple y humana...


Sintiempo

 

Algun día...

       «Bucle melancólico», óleo de Alfredo Ginocchio

Algún día abandonaré este duro estatismo,
esta rutina  maldita de compases estructurados y herméticos.
Aferraré a mí  la paz dulce del que ama
iré a buscar aventuras,  extenderé en el cielo mis alas.

Haré un agujero en la tierra de donde surja la ternura
sacaré mi guitarra, compondré melodías que sanan.

Algún día...

Cambiaré esta sentencia maldita,
esta soledad sumergida en vapores fantasmas.  
Me abrazaré a las flores y andaré descalza,
seré el retoño salvaje que se cuelga de la rama.

El color del ocaso será mi demencia,
la sensación del amor que derrite una luna blanca.
Seré toda del cielo, y un poco del viento
un eco avioletado que reincorpora su aliento. 

Huella, Daily Jara©
10-10-2012


 

Alucines


                         Óleo de Pablo Jurado

Sustancia inestable...
Y te escucho, 

derrites mi planeta y 
después de mi muerte resucito.

Todos los días son un principio,
por eso te odio tanto y te amo un poco más,

como una total desconocida que se arrastra
pausadamente en la cama
a la ventana de mi alma.


Sintiempo

 

jueves, 4 de octubre de 2012

Mudez

                     «Silencio», óleo de Alfredo Ginocchio                               

Me ocultas música...
me llevas a la perfecta cautividad de tus sonidos,
ese cuerpo abstracto, enajenado del mundo y su caos.
Entro en ti, y ya no puedo hablar, solo sentir...
Me arrastras a una desvalida condición,
es tu niebla de realidades húmedas que me rodean,
que me alejan....

Quisiera encontrarme...
ejercer mi libertad soberbia de hablar, pero no puedo...
la sensación  maldita del sentimiento, me secuestra la voz
y tan solo anhelo cobijarme en ti.

Entonces anhelo un abrazo urgente,
una paz de sueños que me salve....
que me recupere....
Un calor extraño, tan humano,  que me indique la puerta,
por donde salirme de este universo de muerte.

Huella, 
Daily Jara ©
04-10-2012